miércoles, 22 de septiembre de 2010

CURUPAYTI


22 DE SEPTIEMBRE DE 1866

Sombras de bravos, yó os evoco como un recuerdo inmortal.
Aquella perspectiva sangrienta, reminiscencia lúgubre de vuestras
hazañas, se anima en aquel glorioso cuadro velado hoy
por la tristeza de la muerte, sublime por el valor
desgraciado, brillante por el movimiento homérico
de la batalla, fúnebre por los amargos recuerdos
de la tumba, que en aquella atmósfera transparente, vibran
en el susurro de las brisas como el murmurio doliente de
una gran desventura.
Ese cielo claro y azulado, especie de brillante
bóveda suspendida sobre frondosos bosques, hermosa
vegetación que exhala un ambiente perfumado, era e
l paisaje elegido para el animado drama de nuestra
más noble derrota.
¡Desastre terrible¡ gloria comprada con raudales de sangre: sangre
que fugazmente ya se ha evaporado en las sombras del olvido
y la bruma de la distancia.
Sí; porque todo se olvida; ley inexorable que extingue indiferente
la veneración que infunden los mártires del patriotismo, y solo
aquellos que han sobrevivido á tanta gloria, reviven en su
recuerdo tan nobles camaradas…..En vano es que los invoquen
nadie responde, la tumba no tiene eco…Aquellos bizarros combatien
tes, como por una ironía de las grandezas humanas, han vuelto á la
nada, al átomo que se pierde en el infinito.

Nobles camaradas, ya no animaréis las legiones á la lid!... Hoy solo
sois un lóbrego silencio, y el viandante al pisar indiferente el
palenque de la lucha, no sentirá el epitafio inmortal del héroe
griego, allí donde caísteis como esforzados caballeros para dormir
el sueño de la eternidad de los tiempos, en aquella soledad extranjera.
Allí donde la materia prima de ese poema de fuego,
el soldado; ese héroe ignorado del peligro, improvisa
una gloria imperecedera sin ambicionar sus lauros.
Es allí, en aquel paisaje apacible y risueño donde
voy á reflejar los recuerdos más tristes de mi vida.
A todas las grandes desgracias se sobreponen las de la patria:
ver desaparecer un pueblo de bravos, sentir la grandeza del dolor
de un cementerio de amigos, de sus hermanos de armas, contemplar
á la muerte despiadada que impasible, yerta, hace un
vacío solemne, es un negro contraste de espíritu,... pesa y oprime
como una montaña de plomo y evocando con sincero
entusiasmo este charco de sangre, tan glorioso para
los argentinos, pediré á mis recuerdos el vivo colorido
de aquel memorable episodio. .

¡Oh fecha inmortal!...Era un día sereno de primavera.
La naturaleza había enmudecido en todas sus armonías. Elocuente
soledad iluminada por un sol ardiente como la inspiración del combate
. A pesar del brillo del paisaje, parecía que aquellos campos
silenciosos, atónitos, esperaban el desenlace del sangriento
drama que' pronto iba á tener lugar. El espíritu preocupado
identifica todas las situaciones con los latidos
de su corazón... aquel silencio, aquella soledad, aquel
desierto en donde se movían las columnas sin producir
un eco, era imponente.
Las tropas argentinas han hecho alto. Un profundo
silencio reina en sus filas: cuando el alma habla, enmudecen
los lábios. El soldado, al frente de la muerte, espera
impasible la orden de avanzar y el ojo escudrifiador,
vivo y centelleante se dirige hácia. el horizonte
buscando al adversario. Es ese momento rápido
de la guerra, comienzo de la combinación sangrienta de la batalla.
*General José I. Garmendia - Guerrero del Paraguay

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